¿Cuestión de semántica o descaro?
Los obituarios de Miguel Valdés Tamayo lo ensalzaron como "luchador por la libertad", "intelectual de altos vuelos", "víctima de la saña gubernamental" y otros eufemismos que sin dudas crean una imagen gloriosa de quien fue, simple y llanamente, un mercenario.
¿O cómo puede denominarse si no a quien, pagado por un gobierno abiertamente enemigo, atenta contra su propio país? Bueno, la palabra "traidor" también encaja, pero no pretendo ultrajar a difuntos...
Valdés Tamayo falleció recientemente víctima de un paro cardíaco, y su muerte repercute porque integró el connotado Grupo de los 75, cuyo encarcelamiento por acciones conspirativas en 2005 fue usado para acusar a la Revolución cubana de violar los Derechos Humanos.
Sin embargo, tales "disidentes" no eran más que agitadores pagados por Estados Unidos para promover una desestabilización interna que le sirviera de pretexto para agredir militarmente a Cuba.
Excarcelado en junio último por problemas de salud, Valdés Tamayo retomó el contacto con los grupúsculos desafectos, de nombres tan rimbombantes como Movimiento Hermanos Fraternales por la Dignidad
Según voceros de dichas facciones, Valdés Tamayo fue agredido por una turba popular que repudiaba sus actividades conspirativas.
Pero... ¿cuán creíbles son tales acusaciones, oídas año tras año en voz de estos mercenarios y nunca constatadas por los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba, que no son precisamente unos entusiastas de la Revolución?
Por mi status nómada he vivido en rincones marginales de La Habana, pero nunca he atestiguado tal represión política. ¿Mala suerte? No lo creo. La Revolución y el pueblo cubano han madurado lo suficiente como para recaer en los extremismos de antaño, aunque no puede decirse lo mismo de los "adalides de la libertad y la tolerancia" en Miami.
La semana pasada, varios individuos que se manifestaban en apoyo al terrorista confeso Luis Posada Carriles golpearon a cuatro jóvenes que reclamaban cárcel para el criminal.
Además, a un periodista de una agencia internacional de prensa le pegaron con un megáfono cuando fotografiaba la ensañada reacción de los manifestantes, liderados por Orlando Bosch, cómplice de Posada Carriles en la voladura en pleno vuelo de un avión civil, en 1976.
Entonces... ¿los cubanos revolucionarios son "represores" y los contrarrevolucionarios "víctimas de provocaciones"? Parece un problema de semántica, pero en verdad es una cuestión de descaro.
Como mismo es una desvergüenza mayúscula la llamada "disidencia", un término desprestigiado porque ha derivado en eufemismo para apañar al piquete de oportunistas que, como Valdés Tamayo, medran con sus actividades mercenarias contra sus propios compatriotas.
2 comentarios
Milan Vojinovic -
Equelecuá -